martes, 31 de enero de 2012

dating

No me gusta hablar de mi. Perdón, espero no ofenderte, pero prefiero escucharte. Me pone un poco incómodo contarte cosas, prefiero decir giladas, hay tres o cuatro paredes de concreto construidas con los años que vas a tener que romper a fuerza de miradas incisivas o agarradas de mano para lograr que te diga que me pasa algo. No va a pasar hoy, la primera vez. Probablemente tampoco la segunda si es que la hay. De nuevo, no es mi intención, me sale así, cada loco con su tema. De eso? Sí, de eso te cuento todo, lo que quieras, súper divertido, fascinante, desafiante de verdad, no es chamuyo, boluda, posta, está realmente buenísimo, sí, aunque duermo poco, por eso las ojeras. Mmm de eso no, te esquivo, salgo para otro lado, qué me decías de tal persona? Ah, sí, una barbaridad. De qué podremos hablar? Películas y café o minería a cielo abierto? O de las dos? -mucho mejor- Primero tomemos algo, un helado, una birra, después vemos. Cómo estoy? Bien, re bien, creo que nunca a nadie le respondí que estaba mal. No sé, te dije que no me sale, tampoco es que estoy mal, eh, para nada de nada, me pasan cosas como a todos, pero intento sacarles algún sentido, todo se transforma. Ah, mirá vos, esa visión no la había escuchado nunca. Y tenés una sonrisa particular. Eso me gusta. Quizás salgamos de nuevo. Quizás hasta me anime a darte un beso hoy -seguramente no-. Bueno, dale, vamos, sí, dale, otro día nos vemos, sí, yo también la pasé bien. Hasta luego. Qué suerte que no me preguntaste de qué labura mi viejo.


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